ELEVEMOS LOS OJOS HACIA EL INFINITO

Escribe: Jorge Sarmiento Polo

Al poco tiempo que mis padres me trajeron a Lima, (tendría unos tres años) tuve mi primer encuentro con el universo. Recuerdo que una noche en Lince, asombrado, señale a mi padre las lucecitas que brillaban en el cielo,  y el me manifestó: si, son las estrellas…Desde entonces no he dejado de admirar y sorprenderme de la grandiosidad del espacio infinito y de todo lo que en el existe.

Si salimos de Lima y contemplamos el cielo estrellado en una noche clara sin Luna, el cielo nocturno iluminado suavemente por la luz de los astros nos infundirá un sentimiento de pasmo reverente y  por comparación, sentiremos insignificantes las creaciones del hombre sobre la tierra. Pocos serán los que no se sientan cautivados por la belleza singular de la inmensa bóveda celeste.

Alberto Einstein dijo en una oportunidad: “Nada hay tan bello como lo misterioso. Quien no ha sentido en su propio ser la emoción de esta verdad; quien ha cesado de mirar con hondo arrobamiento e inefable asombro los misterios del universo, es como si estuviese muerto; tiene los ojos cerrados”.

A veces nos preguntamos qué significa ese vasto sistema estelar y los grandes procesos que continuamente se verifican en él; si son producto de la casualidad o de una inteligencia que gobierna este colosal mecanismo, al cual el hombre apenas se ha asomado, sin alcanzar a ver más que una porción infinitesimal.

Algunos astrónomos se inclinan a creer que el universo es un magnífico sistema premeditadamente establecido y coordinado por una inteligencia superior. De esta idea debe haber salido el panteísmo, que es una concepción más elevada que el ateísmo y que considera que Dios está en el universo, o que el universo es Dios. (Esto será materia de otro artículo que escribiré)

Sea cual fuere la interpretación que hagamos del universo,  ésta no deja de  ser imponente y maravilloso, por lo que del archivo de fotos que tengo, adjunto les alcanzo algunas vistas tomadas de la NASA y por el telescopio Hublle, esperando que sean de su agrado y que lo disfruten.